De los bocadillos al presupuesto

Comenzó entre los años 100 y 300 d.C. con el loculus (pequeño lugar) romano, que era un maletín que llevaban los soldados romanos como parte de su equipaje. Estaba hecho de piel de cabra o de ternera y tenía una solapa delantera con cerradura. El loculus ocultaba las raciones y los objetos personales del soldado. En el siglo XV, aunque el Imperio Romano ya había caído, el maletín sigue vigente e incluso lo utilizan los escolares, como sabemos por las obras de Shakespeare.

El gran avance se produjo en el siglo XVII: aparecieron los bolsillos. Los maletines dejaron de ser tan necesarios y se especializaron, como el maletín del médico o el del soldado. Los de los soldados del ejército de Napoleón o de los norteamericanos durante la Guerra de Secesión tenían además correas para los hombros.
Por la misma época, en 1860, el Primer Ministro británico, residente en el número 10 de Downing Street, inició el ritual anual de presentar el presupuesto fijado para el año siguiente, en forma de documentos encerrados en un maletín de cuero rojo (la palabra "presupuesto" deriva del latín bolga, que significa precisamente bolsa o maletín de cuero). Esta tradición continuó durante los 150 años siguientes, convirtiendo el maletín en sinónimo de finanzas, economía y negocios.

Mini oficina

El maletín, en su forma más rígida también conocida como portafolios (por los expedientes que llevan los abogados), ha sido durante mucho tiempo una solución que envía un mensaje claro a colegas, clientes y, básicamente, a todas las personas con las que te relacionas: "tiene un maletín, debe de ser importante". Hoy en día, la moda de los negocios se ha relajado considerablemente, y aunque los maletines de diseño siguen significando algo, la mayoría de la gente se ha pasado a las mochilas o a los maletines modernos y cómodos (¡como el nuestro!). Al fin y al cabo, la función más importante en el siglo XXI es el espacio para el portátil, que se ha convertido en una oficina portátil.